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Miss World 1984
‘No tiene sentido gastar en moda’: Astrid Carolina Herrera
Por: EL ESPECTADOR
La ex Miss Mundo y actriz venezolana, quien estuvo de visita recientemente en Colombia, se arrepiente de haber sido ingenua.
Para Astrid Carolina Herrera, lo mejor de Colombia es la educación y la calidez de la gente. Foto: Archivo particular
¿Actuación o modelaje?
Me gusta la actuación, porque se puede experimentar con los sentimientos, existe mayor comunicación con el público, también hay más impacto en las emociones de las personas, te metes en sus vidas. Todo eso de darle vida a un personaje se me hace fascinante.
El mejor recuerdo que tiene de la telenovela ‘Mi amada Beatriz’.
Mi primer protagónico, trabajar con un lindo elenco, un protagonista muy profesional como lo es Carlos Mantilla y mis primeros pinitos en la actuación.
El personaje que más recuerda.
Son varios: en Loba herida hacía un personaje en el que me disfrazaba de varón, en La mujer de Judas el personaje definitivamente marcó mi carrera profesional; después vino Raiza Alarcón, no sé si pasaron la novela aquí, se llamaba Sabor a ti, era una mujer absolutamente frívola, que causó mucho furor en Venezuela.
El papel que más trabajo le costó.
La mujer de Judas, por la carga emocional del personaje.
Un buen compañero de escena.
Carlos Mata.
La novela en la que le hubiera gustado estar.
Estoy convencida de que he estado en los proyectos que debo estar. Cuando no estoy en algo, es porque así es mejor.
¿Qué le dejó Miss Mundo?
Aparte de la corona, tengo que reconocer que se me hizo mucho más fácil entrar en el mundo de la actuación por haber sido Miss Mundo, pero obviamente tienes los ojos más puestos para desnudarte completamente y vigilar lo que estás haciendo. La cuestión no es tanto entrar, sino mantenerse.
Lo más difícil de ser reina.
Dar ejemplo.
¿Por qué se decidió por el cristianismo?
Siento que la verdad que se me reveló me habló de manera personal, eso ha sido mi fortaleza, mi roca y mi todo.
¿Qué tan apegada es a la moda?
Lo suficiente, estoy apegada pero tampoco enferma. Creo que más que moda uno tiene que tener estilo, eso incluye lo prolijo, lo que encaja. Tú puedes estar con un bluyín y una franela, pero hay que reflejar pulcritud. No voy a dejar de reconocer la belleza de modelos de ropa de marca reconocida, pero no tiene sentido gastar tanto.
El mejor reconocimiento que ha recibido.
Cuando mi familia me dice que le gusta una actuación. Son los críticos más rudos y fuertes que tengo, no me perdonan una.
¿Cómo cuida su cuerpo?
Soy muy floja, lo reconozco. Ahorita comencé por primera vez a hacer ejercicio, porque la genética, por más buena, va cambiando con el tiempo. Yo nunca le metí drogas ni consumí alcohol, hago ejercicio, cuido mi alimentación.
La parte de su cuerpo que más le gusta.
Mis hombros, porque son cuadrados, no caídos. Mis ojos, porque mi mamá siempre dice que brillan y son muy expresivos, a veces delatores. Y el cuello, porque es largo.
¿Y la que más le admiran?
Los ojos, los dientes, me preguntan que si me los trabajé. De hecho tengo uno montadito, es un toque que da personalidad.
¿Cuál es su secreto de belleza?
No perjudicarme. Si no te dañas, no tienes que esforzarte para recuperarte. Mucho de lo que tengo es heredado, mi mamá tiene una piel maravillosa, con casi ochenta años es impecable. No me expongo mucho al sol y bebo mucha agua.
Lo mejor de Venezuela.
El corazón noble que tenemos, a pesar de todo.
¿Y de Colombia?
La educación del pueblo colombiano, el amor a su país, la manera como lo atienden a uno es una cosa envidiable.
Lo más sensual que tiene.
La picardía, no me gusta lo grotesco. Muchas veces la sensualidad está en mirar, sonreír y en el tumbadito de cabeza.
¿Le gusta más el papel de buena o mala?
La gente quiere a las buenas, pero he tenido el apoyo del público cuando he hecho de mala. Procuro explorar a los personajes, porque nadie es completamente malo ni completamente bueno. Me gustan coherentes y bien escritos.
Un momento triste.
La muerte de mi hermano. Fue devastador.
Una frustración.
No es que no la tenga, trato de ser consecuente con mis pensamientos y asumir que cosa que no haya logrado a estas alturas de la vida es por algo, y debo tratar de entender para qué es ese algo . Es aprendizaje, no fracaso.
¿De que se arrepiente?
De haber sido tan ingenua algunas veces, pero todo es aprendizaje.
Un defecto.
Soy extremadamente sensible y susceptible, pero eso me ayuda en mi trabajo. Soy consentida y malcriada, pero la culpa es de mi mamá. A veces soy posesiva con mis afectos, pero estoy trabajando en eso. Son defectos que están en vía de extinción. El Espectador, Colombia, 17.10.09
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