Miss Universe 1979 - Maritza Sayalero of Venezuela

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Miss Universe 1979 - Maritza Sayalero of Venezuela
« on: November 12, 2009, 08:41:08 PM »
Shared by Husam Abedaker

Miss Universe 1979
 
ENTREVISTA CON MARITZA SAYALERO EN LA REVISTA TODO EN DOMINGO







Hace 30 años, Maritza Sayalero se transformó en la primera Miss Universo de factura local. Sigue impecable y radiante. Vive alejada de la mirada pública en México y refugiada en la normalidad familiar. Desde allí, sabe que muchas de las simpatías que despierta es porque ese camino convencional que tomó, en su caso, fue un gesto excepcional.

­Milagros Socorro [email protected] ­
Fotografías Guillermo Felizola [email protected]

Su voz nunca fue aterciopelada y su entonación, al menos en las declaraciones públicas, jamás pareció corresponder a la de una joven de la clase media caraqueña. Eso ha ido a más, pero ahora con el acento de la Baja California; de manera que cuando Maritza Sayalero habla, da la impresión de que está parada en el puerto de Ensenada hablando con alguien que se ha echado a la mar.

El grueso de sus declaraciones reproduce lo que ha contado antes a muchos periodistas: las evocaciones de un ama de casa que hace tres décadas era una diosa. Negada a asomarse al mundo, la primera Miss Universo de Venezuela es, y ha sido siempre, ensimismada. Interrumpió sus estudios antes de terminar el primer año. No se interesa en política. Ni siquiera es aficionada a la moda. Podría no ser más que una señora excepcionalmente bonita, una dama de gran porte y talle fino, pero una asombrosa transformación ocurre cuando se la interroga sobre aquella manera de desfilar y detenerse de pronto ante los fotógrafos con el delgado torso estirado y con los cerrados puños apretados contra la cintura.

­Ah sí, eso me lo enseñó mi profesora Josefina Torres, de la academia de modelaje Charmante, a la que asistí como parte de mi preparación para el Miss Venezuela ­dice Maritza Sayalero, y se levanta de la butaca para dramatizar el gesto.

Se pone de pie. Estira la espalda. Con la cabeza enhiesta, mueve la barbilla hacia un hombro.

Gira el torso. Pone los brazos en jarras. Recoge los puños y pone uno levemente hacia delante y otro un poquito hacia atrás de su cintura. Una pierna se adelanta.

Y se cierne el prodigio. Aparece una figura deslumbrante. Una criatura de otro mundo, que no tiene nada que ver con algo que no sea el escenario y un cascabeleo de flashes. Si se observan los videos de 1979, el año en que Maritza Sayalero representó al Departamento Vargas en el certamen de Miss Venezuela y dos meses después se alzó con la corona en el Miss Universo, puede comprobarse que la joven hija de los inmigrantes logró crearse un personaje dentro de las pasarelas, mediante, entre otras cosas, una forma de desfilar que incluía un movimiento como acuático de los brazos, el expediente de los puños acentuando la brevedad de la cintura y un constante sacudir de la cabeza al tiempo que se recibe el aluvión de fotografías.

La miss con estilo. A 30 años de esos reinados, puede afirmarse que Maritza Sayalero tenía un talento excepcional para ser reina de belleza. No para modelo (de hecho, hay una foto que la muestra de rodillas, luciendo un traje de baño, que la subsume en el montón). No para actriz, oficio que jamás la ha tentado.

Ni para presentadora de televisión. Nada que no sea una miss. Es un talento, como todos, digno de respeto y admiración, puesto que afloró tras mucha dedicación; y consistió, como todos, en destacar en el grupo y hacerse una personalidad propia, amarrada en la memoria del colectivo y distinguible entre miles de muchachas bonitas que avanzan por una tarima con una banda terciada en el pecho.

Es lo que se llama estilo y que muy poca gente tiene. Desde luego, en 1979 Maritza Sayalero era dueña de una belleza física descomunal, pero Osmel Sousa, su descubridor y mentor, al ser interrogado por Gilberto Correa, un par de días después de la victoria de Perth, Australia, con respecto a la clave de ese triunfo, no aludió al cuerpo perfecto ni al rostro que recordaba el de Sarita Montiel, sino a "la actitud de Maritza". Y esa actitud está intacta en el cuerpo, esbelto y muy cuidado, de esta señora mexicana que ahora salta de la silla para mostrar cómo era la pose de la Sayalero. Una estatua. En serio, debería ser patrimonio cultural de la nación.

La hija mayor de Francisco Sayalero y Gloria Fernández nació el 16 de febrero de 1961, en el Hospital Clínico de la UCV. Sus padres, aragonés él y madrileña ella, vivían entonces en Río Caribe, donde el padre, ingeniero civil, se desempeñaba como constructor de carreteras; y cuatro años después se mudaron a Carúpano, donde la pequeña Maritza asistió a un colegio de monjas, hasta los nueve años, cuando la familia se mudó a Caracas. Lo que siempre se ha dicho con respecto al parentesco de la reina de belleza con la actriz y cantante española Sarita Montiel, es rigurosamente cierto. La madre de la cupletista era hermana de la abuela materna de Maritza. Cada vez que la célebre intérprete de "La Violetera" venía a Caracas, se hospedaba en el Hotel Tamanaco y se reunía con sus parientes locales para salir a pasear y a cenar.

­Era un fenómeno de popularidad ­recuerda Maritza­. Increíble. Donde llegábamos con Sara, se creaba un revuelo. En algún restaurante debe haber una foto de ella con nosotros.

Maritza llegó, pues, a Caracas cuando tenía 9 años. Y allí permanecería hasta los 18. Terminó la primaria e hizo el bachillerato en el colegio Santo Domingo de Guzmán. "Todavía tengo comunicación con compañeras de la escuela", dice. "A estas alturas de mi vida tengo contacto con mi mejor amiga de esa época, se llama Franca Batisttini y vive en Italia. Aún es mi mejor amiga.

Vivíamos en el mismo edificio, el Sindoqui, calle París esquina con Nueva York, en Las Mercedes".

Al graduarse de bachiller, su nombre salió en el listado de la UCV para la carrera de Arquitectura. Le tocaría ingresar en febrero del año siguiente a su egreso. Pero no iba a perder el tiempo. No sólo porque asistió como oyente a Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar, sino porque antes de completar la secundaria, era candidata a Miss Venezuela. Según cuenta, su ingreso al concurso se produjo la segunda vez que Osmel Sousa la vio en un restaurante y se acercó a sugerirle que acudiera a la sede de la Organización Miss Venezuela a inscribirse. "La primera vez yo tenía 16 años. Era muy pronto. Pero a la segunda, cuando ya había cumplido los 17, me decidí".

Lo que ocurrió después es conocido. Maritza Sayalero, cuya estatura es de 1,72 metros, sería la primera concursante del Miss Venezuela en ser operada de la nariz (o, al menos, en apresurarse a divulgarlo). Impactó desde la presentación de las candidatas a la prensa, evento del que se conserva una fotografía tomada en contrapicado, donde ella aparece en traje de baño azul turquesa, con los brazos flexionados en su típica pose y mirando al fotógrafo con altanería. "De todas, ésa es mi favorita", dice Maritza Sayalero, "es como si estuviera diciendo aquí estoy yo. Esa foto refleja, creo, mucha seguridad y personalidad. Es un mensaje de desafío sin llegar a la prepotencia. Eso jamás, porque odio la prepotencia y no soporto la gente prepotente".

La final de la competencia tuvo lugar el 16 de mayo de 1979, en el Gran Salón, del hotel Caracas Hilton. Eran 16 muchachas en la puja. Y era la edición número 17 del certamen. Gilberto Correa anunció el nombre de Sayalero como ganadora. Y entonces se inscribió el primer récord en la trayectoria de Maritza como reina de belleza: es la única hasta la fecha que no ha podido hacer el desfile con que la ganadora inaugura su reinado, porque mientras a ella la estaban coronando, en otra esquina del escenario, Miss Distrito Federal, descontenta con su figuración, con su madre y su hermano, repartían cachetadas entre los miembros del jurado. Es fama que Antonieta Scannone de Núñez y Luis Teófilo Núñez resultaron arañados por la indignada familia.

Dos meses después, concurrió al Miss Universo, escenificado el 20 de julio de 1979 en el Perth Entertainment Centre, en Perth, Australia. Esta vez tendría que batirse con 75 contendientes... y con el frío del invierno austral.

Nada más llegar allí, "después de un viaje eterno", tuvo que comparecer a la presentación a la prensa. En su habitación de hotel, Sayalero recogió su cabello en un moño, se puso un par de enormes argollas, media docena de pulseras y un singular atuendo. Luego bajó unas escaleras que la conducían a la piscina donde esperaban los fotógrafos.

­Hacía un frío espantoso. Debía haber unos cinco grados. Las candidatas debíamos salir por bloques; y a mí me tocaba el de Suramérica. No recuerdo cómo iban vestidas las otras candidatas, pero creo que aquel era un desfile en traje de baño. Bajé las escaleras lentamente y caminé hasta el lugar donde debía posar.

Llevaba un espectacular abrigo de zorro plateado, que me llegaba a los tobillos. Cuando llegó el momento de posar, pregunté en español si estaban listos. Tenía demasiado frío. Y entonces abrí el abrigo y debajo tenía un bikini negro chiquitito. Y mi banda de Miss Venezuela.

La imagen sacó chispas a los teletipos. La miss ensimismada no supo nunca cómo iban las demás, estaba concentrada exclusivamente en su desempeño.

Con semejante saque, no es de extrañar que a la hora del escrutinio sacara ventaja a las demás, incluida Miss Nicaragua que ese año hubo de retirarse por presiones del gobierno sandinista.

Finalmente, Maritza Sayalero se alzó con el título y se convirtió en la primera venezolana en alcanzar esa distinción internacional. "De ese momento, cuando me anuncian como ganadora, es mi segunda foto favorita, donde aparezco abriendo la bocota por la sorpresa". Las audiencias locales de entonces celebraron la anotación con el reconocimiento y fervor habitualmente reservados a las grandes marcas deportivas.

Con la corona de Miss Universo le cayeron 20.000 dólares en efectivo, la mitad de los cuales dio a sus padres, un abrigo de piel, un carro, ropa por un año y maquillaje. Poco después de conocido el veredicto, cuando Sayalero estaba cómodamente instalada en el trono de soberana de la belleza, el escenario se vino abajo y varias muchachas salieron lesionadas. "Me impresionó mucho ver a Miss República Dominicana con el traje rajado de arriba abajo, preguntando, en medio de los gritos y de la confusión, quién iba a pagarle los 3.000 dólares que le había costado el traje", dice Maritza.

Equipaje para reinar. Sayalero llevaba dos herramientas formidables en su maleta: los trajes diseñados por Osmel Sousa para los desfiles de "traje típico" y traje de cocktail, respectivamente. El atuendo típico consistía en un liquiliqui blanco con hot pants, cuyo paradero se ignora. Y el de noche, confeccionado por Piera Ferrari en payé blanco (lentejuelas pequeñas y planas, sobre una tela muy delgada y transparente), adornado con tiras de piedras como imitación de brillantes, lo conserva su dueña, intacto. Nadie ha vuelto a ponérselo después de aquella noche en Perth... aunque estuvo desaparecido durante 15 años.

­Inmediatamente después de ganar el Miss Universo, viajé a Nueva York y estuve un mes en el Waldorf Astoria. Tenía mucho equipaje, así que aproveché el regreso a Venezuela de unas personas amigas para enviar con ellos varias maletas. El equipaje llegó a manos de mi madre, menos ese traje, que alguien sacó de la maleta antes de entregarlo.

Se perdió, pero mi mamá nunca perdió las esperanzas de recuperarlo. Pasaron los años y alguien lo vio en la casa de quien lo había robado. Mi mamá y Osmel lo recuperaron. Y ahora lo tengo yo, muy bien cuidado, lo mismo que el vestido rojo con el que le entregué la corona de Miss Venezuela a Maye Brandt, en 1980; y la de Miss Universo, en Seúl, República de Corea, a Miss Estados Unidos.

Los tres huelen a viejo. No se les puede quitar ya. Mi corona y mi banda de Miss Universo están en perfecto estado. Mi marido me mandó a hacer una caja de cristal y allí las conservo. La banda de Miss Venezuela sí tiene algunas manchitas amarillas".

El 6 de diciembre 1980, después de "viajar por todo el mundo" y entregar las dos bandas, se casó con el tenista mexicano Raúl Ramírez, a quien había conocido en la ciudad de él, Ensenada, Baja California, México, durante una gira como cúspide mundial de las gracias femeninas. Según asegura, en ese año como reina nunca tuvo "una experiencia negativa, ni con las compañeras, durante los concursos, ni con la prensa, ni mucho menos porque alguien quisiera pasarse de vivo o fuera irrespetuoso".

De su marido no sólo dice que es el mejor tenista mexicano de todos los tiempos y uno de los mejores deportistas, en cualquier disciplina, sino que: "Era y es un galanazo. No tuvo que hacer mucho para conquistarme. Por supuesto que nunca se me ha pasado por la cabeza ser infiel. Para qué si tienes un marido a todo dar, en todos los sentidos".

Aunque desde que entregó los arreos de la monarquía está retirada de la vida pública, casi no tiene vida social y no trabaja fuera de la casa, dice que su vida no es aburrida ni mucho menos. El año que viene cumplirá 30 años de residencia en Ensenada. "Vivo las situaciones normales, de una mujer normal, en un hogar normal, donde pasan cosas y lo primordial es la comprensión y el amor.

He sido una mujer afortunada, pero no he vivido en una burbuja de cristal. He sufrido, he llorado, he reído. Yo creo que buena parte del cariño, el respeto y la admiración que me tiene la gente es que yo tomé un camino convencional, que paradójicamente, en casos como el mío, es excepcional".

Nacionalizada mexicana, al preguntarle por su país de origen, dice: "Aunque vengo poco, y cuando lo hago me paso casi todo el tiempo en Margarita, donde viven mis padres, siento el cariño de la gente. Eso es lo único que me interesa. Y de ahí no me sacan. No digo más".

­El buque con su nombre­

A finales de los años 90, PDV Marina mandó construir cuatro buques en astilleros españoles, que recibieron los nombres de reinas de bellezas venezolanas: Susana Duijm, Pilín León, Bárbara Palacios y Maritza Sayalero.

El 8 de diciembre de 2002, el tocayo de Miss Universo 1979, un barco que transporta productos blancos (gasolina, diesel), fue detenido por su capitán, Asdrúbal Linares, quien se había sumado al paro petrolero. Las 24 personas que iban a bordo apoyaban la suspensión de actividades. Unos días después, el buque tanque Maritza Sayalero contaba con una nueva tripulación, mientras la antigua era detenida y llevada a declarar en la novena comandancia de la Policía de Punto Fijo. Posteriormente, aquellos nombres fueron retirados y sustituidos por los de Negra Matea, Luisa Cáceres, Manuela Sáenz y Negra Hipólita, que vino a sustituir el de la reina del año 79.

Sin embargo, el apellido Sayalero no ha sido borrado de Pdvsa.

Hace tres años, la hermana menor, la periodista Natalia Sayalero, quien, a diferencia de Maritza, sí reclamó la nacionalidad española a la que ambas tienen legítimo derecho, regresó de un fallido intento de avecindarse en España. Y desde entonces trabaja en Petróleos de Venezuela en Puerto La Cruz. En su opinión, la vida de Maritza no es lo cómoda que podría ser, porque la ex miss es una maniática del orden y la limpieza.